NO QUIERO DECIRTE ADIÓS
“En No quiero decirte adiós -la quinta historia con Walenski- Gusmán vuelve a ese río turbio que solo es soportable con un pañuelo en la nariz, junto al club Regatas. Ese universo de desapariciones misteriosas y oficios en extinción donde la acción y el diálogo se precipitan y aceleran como bólidos descontrolados; en la ciudad de Avellaneda, una vez más protagonista. Siempre haciendo un pase mágico con algún relato enmarcado o carta imprevisible que deja ver las aristas prohibidas de los amantes o los incestos, todo eso conforma la piel y la carne de la novela por la que circula el enamoradizo Walenski. Allí va Walenski, otra vez pendulando entre perseguir el deseo y no trastabillar por las venganzas ajenas, entre agencias de dobles de riesgo o informantes que se anexan a ese museo de criaturas que vienen desde atrás para anunciarnos que van a desaparecer.” Sergio Wolf
NI MUERTO HAS PERDIDO TU NOMBRE
Tantos años después, el enigma permanece. Federico Santoro, a los veintiún años, todavía espera las respuestas, las claves que lo ayuden a completar su historia. Una mujer Ana Botero, con un nombre demasiado adecuado para ser real, parece tener la clave. Ella conoce el destino de los padres de Federico, secuestrados y desaparecidos durante la dictadura. No sabe donde encontrarla; pero el azar, ese seudónimo del destino, la ubica por él.
Pero otro hombre, Varelita, también piensa en Ana Botero. Por muy distintas razones. No le basta haberla humillado y desgraciado en la época más negra de la Argentina, cuando trabajaba con Varela, su socio en la tortura y la extorsión. Cree que puede sacarle un poco más de provecho. Varelita guarda supuestas pruebas de vida de desaparecidos, y cada tanto echa mano de alguna para extorsionar a los parientes vivos. Tantos años después el ardid aun funciona. Quizá pueda hacerse unos pesos, ahora que pasa los días condenado al ostracismo y el anonimato.
Lejos de estos hechos, una pareja sobrevive en vilo con las mortajas secuestradas al horror. Son Varela y su mujer, y descubrirán tarde que el pasado no se agota mientras haya vida. Las cuentas pendientes se pagan o se cobran una vez más; nunca se desvanecen. Federico Santoro, Ana Botero, Varelita, tienen que cerrar sus historias; Varela y su mujer están en el lugar donde la historia de todos cobra sentido y debe saldarse. Que el desenlace sea violento es plausible: el origen de todo también lo fue.
Luis Gusmán confirma con esta obra que el espanto no es ajeno a la perfección narrativa. Ha escrito un libro conmovedor, de paradójica y duradera belleza: la que emerge de las huellas de la identidad perdida, la que se afirma cuando el enigma, o parte del enigma, se desvanece.